¿Y qué es lo que mis ojos ven en este turbulento día neblinoso? Lágrimas. Esa promesa tantas veces repetidas -aunque yo ya sabía que era vana- se rompió. Y ellos se quebraron.
Algunos, como en todo tiempo, supimos ver el engaño. Nos apartamos justo a tiempo, tratando de salvar del tren del destino incierto -y perdido- a todo aquel que quiso escucharnos. Nada.
Lloran los lunes. ¿Tratan de olvidar acaso aquello que no puede recordar? Porque eso no es ahora más que un borrón que ellos mismos hicieron. Pero claro, se suponía que era algo feliz -feliz, feliz... esta palabra ya pierde el gusto-
No supieron, no quisieron mirar. Engañados por un par de voces seductoras y promesas de no sufrir nunca más. Ahí tienen su fruto. Lo mismo que ellos buscaron fue su perdición. Allí yacen, medio moribundos, medio arrepentidos -algunos aún sin comprender-, perdidos y habiendo perdido ya la vida misma.

Elif Karakoc Photography.