Bailabas. Eso lo recuerdo perfectamente. Y cantabas.
Te había visto con tanta vida, con tanta juventud. No sé qué pasó.
El vestido verde que llevabas puesto se movía al compás de la música. Y vos la seguías. Sonreías, con esa sonrisa tan tuya que siempre hacía salir el sol. Y mirabas. No, no solo eso. Me mirabas.
Tus ojos –esos ojos que jamás quise dejar de mirar- siempre inquietos, siempre atentos. Nunca les faltaba vida, y siempre derrochaban color. Tal vez te acordás, pero te lo repito, nunca me cansé de hundirme en ellos.
Aquella tarde de Agosto en que fuimos a pasear. También la recuerdo. Tal vez demasiado bien. Ese día estabas excepcionalmente linda. Creo que te lo dije. Y seguramente vos me sonreíste, como lo hacías siempre.
El brillo de tus ojos era particular ese día. Raro. Ya sabías que iba a pasar. O por lo menos lo presentías.
Yo no sabía nada. Y vos no me quisiste avisar. Fue un instante violento. Y luego, la calma.
Esa calma sepulcral que se llevó tu sonrisa. Y con ella, a vos.
Helene Photography.
9 jul 2009
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1 comentario:
maru!
me encanto, me encanta todo lo q escrbis!!
Te quiero mucho mucho y segui escribiendo asi me deleito jejejej
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