Había una vez una mujer que componía música para cajitas. Tenía la misión encontrar la inspiración perfecta para su nueva melodía. Visitó una pintoresca ciudad, para buscar rincones y secretos asombrosos. Descubrió las hojas que caían de los árboles con suaves piruetas. Y el derroche de color de los balcones rebosantes de flores. Vio un torbellino de risas y sonrisas en una fiesta de cumpleaños. Y el sol reflejado en el río. Percibió el dulce aroma de los jazmines en flor al pasar cerca de un parque. Escuchó el trinar de un pájaro. Sonrió. Y sintió el aire llenar sus pulmones.
Había una vez un hombre, que se encontró con una mujer que sonreía. Y respiraba.
Había una vez una mujer, que descubrió a un hombre triste y abatido. Y que lloraba.
Había una vez una melodía de una cajita de música, que era perfecta, porque cantaba sobre el amor.
Había una vez.
