Contó los días. Uno, dos, quince, veintitrés.
Observó las estaciones. Primavera, verano, otoño, invierno, y otra vez, primavera.
Analizó con detenimiento el metro que tenía colgado en la puerta de su armario. Un metro veinte, un metro treinta y dos, un metro sesenta.
Y se preguntó cuándo había sucedido todo esto.
Miró por sobre su hombro, y se descubrió jugando con sus -oh, tan amadas!- muñecas, sentada sobre el astilloso piso de madera de su antigua casa.
Escuchó nuevamente el crujido de la escalera desvencijada. Husmeó, otra vez, los rincones de la habitación a la cual le habían prohibido entrar. Se ahogó con el perfume de los jazmines, que estallaban todas las primaveras en su pequeño y rústico patio. Saboreó las tortillas de papa que su abuela cocinaba todos los miércoles y viernes.
Y la tristeza y la alegría se le mezclaron en un remolino de colores.
¿Cuándo había crecido?
Sara Photography.
10 oct 2009
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2 comentarios:
"La mujer abrió los ojos para llorar. Entonces, vio a través de sus lágrimas . Y aprendió por el llanto que la memoria sólo perdura si se reinventa"
Los días del fuego. Liliana Bodoc.
Esta vez de Kuy Kuyen a Wilkilén.
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