Creo que es tiempo de abandonar,
y descubrir qué nos está deteniendo.
El camino es claro, si estás listo ahora.
El voluntario se está deteniendo,
y tomándose el tiempo para salvarse a sí mismo.
Las pequeñas grietas están creciendo,
y antes de que las veas ya es demasiado tarde.
Por dibujar círculos y decir mentiras.
Te estás moviendo demasiado rápido,
y no puedo alcanzarte (no, nunca-----)
Tal vez si te detuvieras por mí,
podría ver que sólo estás diciendo
mentiras, mentiras, mentiras.
Rompiéndonos con tus
mentiras, mentiras, mentiras.
¿Cuándo aprenderás?
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14 abr 2011
20 ago 2009
la fille dans la robe rouge.
La noche dormitaba. Las estrellas, pálidas, titilaban incansables. Nada parecía moverse y, sin embargo, allí estaban todos, bailando al compás de un vals de antaño. El vestido rojo se ceñía con increíble precisión a cada una de tus curvas. La luna se reflejaba en tu piel y se opacaba. Los aros que llevabas puesto tintineaban traviesos. No parecías lo que eras.
Y te susurré, sin tapujos.
La luna demasiado ofendida,
coloca una diadema
sobre tus cabellos pelirrojos.
La luna demasiado rojiza,
de gloria salpica
todas tus enaguas de agujeros.
La luna demasiado pálida,
acaricia el ópalo
de tus ojos cansados.
Princesa de la calle,
sé bienvenida
a mi corazón roto.
Mi pequeño monigote,
siento tu pequeña mano
que busca la mía;
siento tu pecho,
y tu cintura fina.
Olvido mi pena.
Noto sobre tus labios
un olor de fiebre,
de chiquilla mal alimentada.
Y bajo tu caricia
siento un arrebato
que me anonada.
Y mira cómo trota,
la luna que flota,
la princesa también.
Las escaleras de la colina
son duras para los pobres.
Las aspas del molino
protegen a los enamorados.
RobbyP Photography.
Y te susurré, sin tapujos.
La luna demasiado ofendida,
coloca una diadema
sobre tus cabellos pelirrojos.
La luna demasiado rojiza,
de gloria salpica
todas tus enaguas de agujeros.
La luna demasiado pálida,
acaricia el ópalo
de tus ojos cansados.
Princesa de la calle,
sé bienvenida
a mi corazón roto.
Mi pequeño monigote,
siento tu pequeña mano
que busca la mía;
siento tu pecho,
y tu cintura fina.
Olvido mi pena.
Noto sobre tus labios
un olor de fiebre,
de chiquilla mal alimentada.
Y bajo tu caricia
siento un arrebato
que me anonada.
Y mira cómo trota,
la luna que flota,
la princesa también.
Las escaleras de la colina
son duras para los pobres.
Las aspas del molino
protegen a los enamorados.

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