20 ago 2009

la fille dans la robe rouge.

La noche dormitaba. Las estrellas, pálidas, titilaban incansables. Nada parecía moverse y, sin embargo, allí estaban todos, bailando al compás de un vals de antaño. El vestido rojo se ceñía con increíble precisión a cada una de tus curvas. La luna se reflejaba en tu piel y se opacaba. Los aros que llevabas puesto tintineaban traviesos. No parecías lo que eras.
Y te susurré, sin tapujos.


La luna demasiado ofendida,
coloca una diadema
sobre tus cabellos pelirrojos.
La luna demasiado rojiza,
de gloria salpica
todas tus enaguas de agujeros.
La luna demasiado pálida,
acaricia el ópalo
de tus ojos cansados.
Princesa de la calle,
sé bienvenida
a mi corazón roto.
Mi pequeño monigote,
siento tu pequeña mano
que busca la mía;
siento tu pecho,
y tu cintura fina.
Olvido mi pena.
Noto sobre tus labios
un olor de fiebre,
de chiquilla mal alimentada.
Y bajo tu caricia
siento un arrebato
que me anonada.
Y mira cómo trota,
la luna que flota,
la princesa también.
Las escaleras de la colina
son duras para los pobres.
Las aspas del molino
protegen a los enamorados.



RobbyP Photography.

11 ago 2009

le conteur.

Cuenta la leyenda que hace ya mucho tiempo -y por "mucho tiempo" me refiero al tiempo en que el sol calentaba y el hombre aún recordaba el olor del césped-, existía un pueblo ubicado en el actual territorio de los castillos. Este pueblo, conformado por mujeres y hombres, altos y bajos, flacos y gordos, rubios y trigueños, gente de manos ásperas y suaves, tenía una particularidad, o un gran problema, según sea el punto de vista: nunca tuvieron niños.
Y por nunca, me refiero a nunca, jamás.
Se dice que los hombres y mujeres del pueblo de los bóreos llegaron en grandes naves silenciosas, a través de las turbulentas aguas del Nebuloso, en una fecha que pocos supieron y que otros menos recuerdan. Sin embargo, en ninguna de esas naves apareció la carita sonriente de ningún niño, ni se escuchó una risa inocente, ni se vio algún par de travesuras. Habían llegado sin hijos, y sin hijos se habían quedado.
Nadie a lo largo de los territorios del Sol podía explicar cómo hacía este pueblo para sobrevivir. Pocos eran los hombres valientes que se habían atrevido a visitarlos, y todos los que regresaban de aquel pueblo murmuraban lo mismo: "A éstos los trajo el diablo! No envejecen!"
Los brujos de los más altos rangos fueron consultados. Ninguno de ellos parecía encontrar explicación alguna ante tan desfachatada demostración de magia.
Y los bóreos continuaban cosechando, y construyendo, moldeando cerámicas y horneando pan, ajenos a la preocupación externa.
Así fueron pasados los soles. Y las cosechas se repitieron, y los peces del mar murieron. Otros nuevos nacieron y otros hijos del Sol pisaron la Tierra.
Y los bóreos continuaban, intactos, en lo que se transformaría en la Tierra de los Castillos, construyendo nuevas viviendas y comiendo pan de hortalizas.





- ¿Eh? -


- ¿Qué? -


- ¿De qué me estás hablando?! -


- Bueno che! Me preguntaste cómo estaba, yo te respondí, y después me miraste con expresión aburrida y dijiste "Daaale! Contame algo interesante!-












Marie Hochhaus Photography.






Porque quiero ser la mejor cuentista de sueños.

2 ago 2009

le temps.

"En su implacable tarea de transcurrir, pone el tiempo señales para que las criaturas recuerden que siempre está, y pasando. La caída de las hojas, esa es una señal. Las distancias de la Tierra, esa es otra. Pero como las criaturas son olvidadizas, el tiempo tiene los amaneceres."



Liliana Bodoc - Los días de la sombra (La Saga de los Confines)



Gene Photography.

9 jul 2009

le sourire.

Bailabas. Eso lo recuerdo perfectamente. Y cantabas.
Te había visto con tanta vida, con tanta juventud. No sé qué pasó.
El vestido verde que llevabas puesto se movía al compás de la música. Y vos la seguías. Sonreías, con esa sonrisa tan tuya que siempre hacía salir el sol. Y mirabas. No, no solo eso. Me mirabas.
Tus ojos –esos ojos que jamás quise dejar de mirar- siempre inquietos, siempre atentos. Nunca les faltaba vida, y siempre derrochaban color. Tal vez te acordás, pero te lo repito, nunca me cansé de hundirme en ellos.
Aquella tarde de Agosto en que fuimos a pasear. También la recuerdo. Tal vez demasiado bien. Ese día estabas excepcionalmente linda. Creo que te lo dije. Y seguramente vos me sonreíste, como lo hacías siempre.
El brillo de tus ojos era particular ese día. Raro. Ya sabías que iba a pasar. O por lo menos lo presentías.
Yo no sabía nada. Y vos no me quisiste avisar. Fue un instante violento. Y luego, la calma.
Esa calma sepulcral que se llevó tu sonrisa. Y con ella, a vos.









Helene Photography.

8 jun 2009

nuit au dîneur.

Dejó escapar un sonoro suspiro.
El bar estaba casi cerrando. La noche arremolinaba a los pocos transeúntes que se decidían a salir de sus casas bajo los techos iluminados de los negocios. La brisa nocturna golpeteaba el vidrio del local, y unas traviesas hojas otoñales danzaban, de vez en cuando, delante suyo. Resonó la campanita de la puerta, alertando la llegada de un nuevo, aunque tardío, cliente. El dueño, cansado, levantó la vista del trapo con el que estaba limpiando la barra, para observar. Unas mesas más allá, un grupo de hombres discutía alegremente los resultados de último partido. Y en el otro extremo, la mujer de la limpieza comenzaba a barrer.
- ¿Ya no comes más? -
Negó con la cabeza.
Estaba reclinada sobre el mullido asiento, brazos cruzados sobre el pecho, la mirada perdida en la ventana. Hacía tiempo que esos ojos azules habían dejado de mentirme, y ahora estaba seguro. Algo estaba preocupándola.
- Sabes que puedes decirme cualquier cosa, ¿no? -
Se limitó a girar la cabeza y clavar esos ojos en los míos. ¿Cuánto tiempo había pasado ya? Costaba recordarlo con certeza. Comprendía todas y cada una de sus expresiones. Y estaba seguro que a ella le pasaba lo mismo.
Rompí el vínculo visual y decidí continuar con mi porción de pastel. Ella así lo quería. Necesitaba analizarme, para luego poder responderme. Así funcionábamos.
- Le pregunté a Michaela por qué decidió hacer ese viaje -
La sentencia me tomó por sorpresa. Dejé con cuidado el tenedor a un costado, y, aún masticando los últimos vestigios de merengue, apoyé los codos sobre la mesa y me incliné, dispuesto a escucharla.
Ella me observó. Su entrecejo estaba levemente fruncido. Sus labios se cerraban en una delgada línea. Aquí venía.
- Me dijo que creía estar enamorándose de Jared -
Ahí estaba. Tomé el tenedor nuevamente y pinché el último trozo de pastel. Sonreí ligeramente.
- Y eso a tí te ha parecido una estupidez, ¿no es cierto? -
Me miró, con aquella sonrisa que tanto conocía asomando en su rostro. Se descruzó de brazos y se inclinó ligeramente, claro signo de que una de nuestras amistosas discusiones estaba a punto de explotar.
- Ya sabés lo que opino sobre ese tema. Una persona no puede enamorarse. No así. No tan pronto. -
Dejé escapar una leve carcajada. Lo sabía. Demasiado bien tal vez.
- Pero, lo estuve pensando, analizando, diría...-
Levanté la cabeza abruptamente. Ella no era una mujer de segundos pensamientos.
- Y me he dado cuenta que, en el fondo, siento envidia por ella -
El tenedor hizo un ruido sonoro al caer sobre el suelo de mármol. Seguramente mi rostro era la máxima expresión de la perplejidad. ¿Estaba escuchando con claridad?
Ella volvió a suspirar. La miré fijamente. Tenía esa expresión de incomodidad que tantas veces (y a la vez tan pocas) había visto.
- Ey, ¿qué ocurre? -
Levantó la vista y sentí cómo me perdía en ese azul profundo, que ahora me estaba diciendo a gritos que me necesitaba. Podía ver -y no sin cierto horror y preocupación- cómo esa máscara de resistencia y autosuficiencia se había comenzado a resquebrajar.
- Yo también quiero sentirme así alguna vez -






Caterpillar Photography.

29 may 2009

le sourire le plus joli.

La sencillez de una sonrisa efectivamente puede cambiar tu vida.











Every day you spend without a smile, is a lost day.

15 may 2009

comme ailes sur mon dos.

"You love someone, you open yourself up to suffering, that's the sad truth. Maybe they'll break your heart, maybe you'll break their heart and never be able to look at yourself in the same way. Those are the risks. That's the burden. Like wings, they have weight, we feel that weight on our backs but they are a burden that lifts us. A burden that allows us to fly..."





"Cuando amas a alguien, te abres a la posibilidad de sufrir, esa es la triste verdad. Tal vez te rompan el corazón, quizás tú rompas el suyo y no seas capaz de volver a verte de la misma manera. Esos son los riesgos. Esa es la carga. Como un par de alas, pesan, sentimos ese peso en nuestras espaldas pero son una carga que nos elevan. Una carga que nos permite volar..."





- Temperance Brennan, The End in the Beginning (4x26)






Todo llega a su fin. Y esta vez nos dejó sin aliento.







Fairy-bluebird Photography.